El abuelo

El abuelo explicaba a las nietas que cuando alguien va a un crucero al Ártico y se cae al agua, tiene muy pocas probabilidades de vivir. Por eso, continúa, lo primero que hacen cuando les suben a bordo es desnudarles, puesto que la ropa ser convierte en hielo, y abrigarles con ropa nueva. Les invita a churros cuando se acerca el camarero. A ti, mamá, le dice a su esposa, sentada en la silla de ruedas y sin posibilidad alguna de habla, te pediré churros también. Su hija quiere un café escocés. El camarero lamenta no tener helado. Su padre le explica lo que ella sabe, que no es lo mismo un café escocés -con helado, whisky y azúcar moreno- que un café irlandés, la misma receta, salvo que lleva nata en vez de helado. El tomara un quinto de cerveza. Añade que hace años la gente tomaba whisky con agua, ahora ya no esta de moda. Afirma que aguas el whisky es una chorrada.

Continúa explicando a sus nietas. Les dice que los esquimales viven en iglúes, que son refugios construidos con bloques de nieve y de ese modo aislan el frío y el calor. No dejan que entre el frío y no permite que salga al exterior el calor que producimos nosotros. Eso sí, colocan pieles de animales para aislar aun más. Como el calor que producimos tiende a subir, colocan las camas en la parte alta del iglú. Les contesta a los niños que no tienen cinco hijos, que son familias muy pequeñas. La abuela vive con su hijos, su mujer y sus hijos y se encarga de ablandar las pieles con los dientes. Cuando ya no puede, hace lo pide permiso a su hijo , se despide de todos y esa noche suene en el exterior del iglú.

Ante una intervención de una de las nietas, les explica donde esta el cabo de Hornos. Ellas no conocen donde esta Chile y desconocen que es el punto más austral de América. Su abuelo les explica el significado de austral y que allí se encuentra el cabo de Hornos. Le pregunta qué es un cabo y, pacientemente, les da la explicación adecuada a su edad. El camarero les trae un croissant a las niñas. Nuevamente su abuelo procede a explicarles que en Chile les llaman medialunas. Que la palabra croissant que decir creciente, como la luna en cuarto creciente; también crujiente. Así, los panaderos cuando sacan el pan recién horneado esta crujiente y nadie puede resistir a comer un poco antes de llevarlo a casa. Mi pasos, dice la mayor, siempre como el currusco del pan cuando salimos de la panadería. La madre lo corrobora. Es igual que ellas, dice, la cine a las niñas sus galletas. Luego dice «sorry», pero no se puede aguantar.

Parece que a la abuelos le han gustado los churros. El abuelo le limpia las comisuras de restos de chocolate, la cubre con la manta, paga al camarero y se levanta. La plata brilla en su cabeza y en su cara, brillante y serena, sus zapatos negros, así como su pantalón ancho de franela, de color gris marengo, y una chaqueta de lana de color azul marino, constituyen su vestimenta, a la última moda , la de hace muchos años. Se coloca detrás de la silla, le quita el freno y comienza a desplazar a la abuela por el largo pasillo del establecimiento. Las nietas, una a cada lado, caminan a su ritmo, la madre un poco más atrás. Suenan sus voces infantiles, amortiguadas por la distancia: «abuelito, cuéntanos más cosas»p

Últimos artículos