4 de marzo de 2020

¿Coronavirus? Si, coronavirus. Has leído bien. Hace pocos días nadie sabía ni qué era. Hoy estamos preocupados por este extraño virus que tanto perjuicio nos está ocasionando en todo el mundo, tanto a nivel sanitario, como económico y de preocupación social. Desde China al resto del mundo viaja libremente, sin que sepamos cuál es el mecanismo. Es pronto para saberlo y mucho el miedo, que se extiende aún a mayor velocidad.

            Jugando con esta idea les pido que escriban desde un sitio diferente al de otros días, y separados unos de otros. Cada uno elige el sitio que le parece mejor. Es extraño ver a todos distribuidos por la sala, armados de papel y lápiz. Desde ese nuevo aquí y ahora comienzan a escribir todo aquello que se les va ocurriendo, que les llega a la mente a través de recuerdos, olores, posiciones, objetos, etc. No hay prisa. Lo importante es la sensación personal, centrarse en ella y poder trasmitirla al papel lo mejor posible.  Trabajar los contrastes, las diferencias y dicotomías.

            De nuevo haré una síntesis de todas las aportaciones en este texto.

 

            Estoy encontrando los rincones olvidados. ¡Son tantos! Aquí me encuentro, en esta habitación llena de libros, instrumentos musicales, posters, olores peculiares. Son muchas las sensaciones que me vienen a la cabeza. No quiero marcharme de aquí. Rafa nos ha dicho que cambiemos de sitio, pero estoy a gusto en éste y no me apetece cambiar. Descubrir un rincón olvidado es muy agradable y no quiero perderlo, necesito recuperar las vivencias. Tal vez alguna persona quiera elegir este sitio, pues ya han dicho varias veces que cambiemos de sitio. Me da pena marcharme de aquí, si bien considero que permutar también es bueno. Ahora estoy en el centro de la sala, a la vista de todos, en el lugar habitual de otras veces. Es otra sensación.

            Yo me encuentro junto a una gran colección de discos de vinilo. Siento nostalgia a verlos frente a mí. El olor y los títulos y artistas me transportan a mi adolescencia. ¡Aún hay personas que coleccionan vinilos! Más bien son viejas colecciones que reposan aquí desde hace tiempo. Todo ello me transmite tranquilidad.

            Yo acabo de entrar en el local. Tengo sentimientos encontrados. La luz que había en la calle era espectacular. Tenía claro que iba a venir al curso, pero, a la vez, me resistía a renunciar a los colores externos y meterme en este local con luz artificial. Me resulta extraño ver cómo están dispuestos los componentes del cursos. Nadie está en el círculo, salvo el profesor. Verlos ubicados en distintos sitios del local me resulta extraño. Rafa me lo explica, me siento y comienzo a escribir.

            Yo tengo un vínculo creado con la escritura. Me gusta venir y participar en las actividades que realizamos semanalmente. He oído que volvamos a estar solos, pero en el sitio donde estuvo antes otra persona. Es como si compráramos los sitios. Me resulta extraño.

            Yo tengo unas sensaciones contrapuestas. Son muchos años en Eureka. Desde este lugar contemplo la puerta, la de salida, como si me invitara. Soledad. Cambio al cuarto interior y me encuentro con las guías de viaje. ¡Cuántos viajes! Los realizados y los pendientes de realizar. Viajar, siempre viajar. Ahora me he colocado frente a la puerta. Cada vez estoy más cerca de la salida. Resulta curioso cuánto da por pensar,  simplemente por cambiar de sitio.

            Desde aquí arriba lo veo mejor. Estoy sobre un sofá, colocado encima de otro. Es una altura inhabitual. Veo las cosas desde arriba, como en otra época, como en otros puestos, como en otros momentos… Estoy en una parcela propia.

            Yo no pude participar hoy. No me encontraba bien. Me mantuve en la cama toda la tarde. Sé que me habéis echado de menos y me alegro. Habéis preguntado por mí una y otra vez. Gracias, amigos.

            Yo no veo. Yo sí, me resulta divertido, me recuerda el juego de las sillas, como cuando éramos pequeñas. Soledad nuevamente, la sala de la historia de diez años de Eureka. Yo he ahondado en mí. A mí me ha recordado mi viaje de novios, lo cual supuso un giro de ciento ochenta grados. ¡Cómo me gusta venir aquí! Me supone un cambio de perspectiva. Yo insisto en la luz de primavera que había esta tarde, os aseguro que la había. Me siento en calma.