Doce

Doce largos, insufribles, negros, abusivos años; sin ningún derecho, ni familia, ni profesión ni amistades; sin libros, partituras, dignidad, libertad, ni ocasión alguna de recuperarla. Imposible entenderlo desde nuestra mentalidad y situación actual, si bien no faltan situaciones similares, a veces en nuestro mismo barrio.>p/>

Le secuestraron, previamente engañado, con un falso contrato de trabajo como violinista. Terminó en una plantación sureña, recolectando algodón, soportando burlas, insultos, faltas de respeto, palizas, latigazos, injusticias, violaciones y linchamientos. Todo bajo la legalidad del momento y la justificación bíblica de los dueños de los esclavos, con quienes podían hacer cuanto quisieran sin dar cuentas a nadie.

Afortunadamente todo terminó para él. Para el resto, aún faltarían años hasta el momento de la abolición. Angela, Anna y Alonso le esperaban en casa. También el marido e hijo de Anna, los dos nuevos miembros. Todos más viejos, cambiados, expectantes tras doce años de esclavitud forzosa del cabeza de familia.