27 de marzo de 2020
Anoche hablé con la luna
Y le conté las penas
Y le conté las ansias
Que tengo de tenerte
Mi voz ya no responde igual. El EPOC ha hecho su tarea a lo largo de estos años. Últimamente entono mejor, no desafino tanto al emitir las notas. Anoche hablé –acorde en do disminuido– con la luna… Ay! Mi dedo meñique se queja, me provoca dolor al pisar las cuerdas. Hace tiempo que no lo intento. ¡Otra vez!
Anoche hablé con la luna
Y le ofrecí mis sueños
Los sueños que guardaba
Tan dentro de mi alma
Los acordes del fa y do disminuidos aportan ternura a la melodía, invitan a la intimidad, a confiar y dejarse llevar, sintiendo una y otra vez lo mejor de cada momento. Adoro esta melodía, antigua y siempre nueva, escrita e interpretada por Machín mil y una veces. Se quedó entre nosotros, como otras tantas. Me la apropié.
Muchas veces la he cantado. Hace ya tiempo de eso. He desempolvado mi vieja guitarra. Y la nueva también. La artrosis me dificulta sacar los sonidos limpios. No importa, seguiré uno y otro día hasta que lo logre. No será como antes, nada es ni será como ayer, cocinamos mil veces distinto el mismo plato, siempre igual y siempre distinto.
Me confesó la luna
Que nunca tuvo amores
Que siempre estuvo sola
Llorando frente al mar
Me dijo que la noche
guardaba entre sus sombras…
No puedo seguir. Me he bloqueado. Me aterra esta oscuridad, la negrura, la opacidad en la que vivimos, el regreso al oscurantismo en la época del mayor tecnológico jamás imaginado. Tantos medios a nuestro alcance y algo tan diminuto ataca nuestro sistema respiratorio de modo cruel y nos gana la partida.
El amor que las olas
Me quisieron robar
El amor. Eso es lo mejor de todo. Está surgiendo continuamente. Lo sacamos de los armarios y mostramos en los balcones, en los hospitales y farmacias, en los camiones, tiendas de comestibles, en los puestos de desinfección y control, redacciones de prensa, medios variados. Una enorme carga de amor compartida.
Quiero seguir con mi canción, porque sí, es mía. Continuaré luchando con mis dedos y cuerdas, tanto metálicas como vocales. Perdóname un momento, están aplaudiendo, enseguida vuelvo.
Todas las tardes salgo y os aplaudo, a ti y a quienes te cuidan, con bata o fregona, con la bandeja de comida o lavando tu ropa. Me gusta hacerlo. Debo hacerlo.
Anoche hablé con la luna
Me dijo tantas cosas
Que quizás esta noche
Vuelva a hablarle otra vez